6.6.09

Facebook: soledades adictivas y encuentros inesperados

Palo a palo. Muro a muro. Martillando teclas con los dedos pesados. Estamos en Facebook, y aquí, la vida se desdobla. Somos muchos más que dos. La noche está pariendo el día. Existe un cielo y un estado de coma. Estamos en Facebook y aquí la soledad es líquida, adictiva, por momentos, desesperante. Me faltan 999.918 amigos para llegar al millón de Roberto Carlos.

Desde hace un par de meses vivo ahí, también, para contarlo. Es una rica miel, engañosa, que sabe empalagar. En la red social más grande del mundo el que quiere es amigo, y el que no… no contesta. Interesante modo de elección para hacerse el boludo. ¡Guauu…cuántos amigos tiene ese pibe! 874… ¿Cómo hace? ¿Cómo los junta?, ¡Impresionante! 28 álbumes de fotos, 234 enlaces por semana, chatea con 25 personas a la vez, y con algunos en diferentes idiomas. Es el ídolo “star-system” de facebook. El flaco no le hace asco a nada. Acopia minas: ricas, horribles, gordas, flacas, atractivas, jóvenes, cuarentonas, depresivas, todas amigas. También chabones raros, pocos normales, muchos con otra identidad, sin foto pero con nombre, buzos, políticos, músicos, hermafroditas y un cura, sólo uno. Es fan de 48 bandas de música, y de 200 sitios de boludeces varias. Pagaría por leer sus “muro a muro”. De allí, tal vez, podría editarse hasta un broli.

Estamos en facebook, y aquí la soledad es líquida, adictiva, por momentos, desesperante. Me faltan 999.918 amigos para llegar al millón de Roberto Carlos. Repito, no puedo ni quiero tener un millón de amigos. Con los tres o cuatro que veo en vivo y en directo un par de veces a la semana, bastan para la intimidad más preciada. En la red, nos conectamos con quienes vimos y no vemos más, tal vez, jamás en lo que resta del segundo tiempo de la vida. Es como andar por la calle y pasarse direcciones con los conocidos. Ok. Hay un intercambio, en general, laxo. Pero la acumulación no hace a la calidad, y de eso, a veces, no se vuelve. Estar es facebook es estar en el mundo real, de verdad. La realidad es pura ficción, ideología; facebook es el “todo caótico” de Marx, aunque organizado. “La única verdad es la virtualidad” diría un Perón modelo 2009. En fin, lo irreal es nuestra vida cotidiana, inaprensible, gaseosa, en estado de coma.

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